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jueves, 3 de abril de 2014

RELATO HOT: DENTRO DEL ELEVADOR

Estaba completamente enojado, no podía creer que la maldita empresa no me quería devolver mi dinero, esa porquería de reloj que compre dejo de funcionar a los pocos días, y ahora me salen con la maldita excusa que la garantía no cubre eso, ¡Dios!, siento que enloqueceré, pero ya que, presentare una denuncia con los directivos de la empresa, solamente así podrán escucharme y regresarme el dinero, me queda de lección para así saber comprar las cosas y no tomarlas solo porque sean bonitas.
Eran alrededor de las 9 de la noche, ya casi no quedaba ninguna persona en ese enorme edificio, faltaban alrededor de 5 minutos para cerrar, así que me apresure, no bajaría de nuevo por las escaleras, era un tormento, además el tiempo estaba encima y no quería andar corriendo de un lado para otro. Opte por bajar en el elevador, aunque no soy de las personas que les guste montarse a uno, no soy muy amigo de los espacios pequeños.
Llegue al frente del primero que encontré, y furioso presione el botón para que este llegara rápido, me había perdido mis prácticas en el gimnasio por esto, y yo que pensé que era fácil, 2 horas llenando formularios estúpidos por esta mierda de reloj, si, estaba muy caro, quería darme el lujo de tener uno, pero tenía que pasarme a mí, ya que, a lo mejor y lo puedo revender en internet o algo así, es más, lo llevare con un maldito relojero para que me robe todo lo valioso que tiene.
El piso donde me encontraba estaba casi en la cúspide del edificio, donde se encontraban las oficinas generales, esas de las marcas más importantes, mire el reloj de pared, ya falta muy poco para que cerraran, por fin, el elevador había abierto, pude respirar en paz, no tardaría más de 2 minutos en bajar, entre, un típico elevador con espejos por todos lados, lo cual me reventaba las bolas, para sus lujos sí que tienen y para devolverme mi dinero no, estas empresas, solo se aprovechan.
Había seleccionado el primero piso, pero algo impidió que el elevador cerrara sus puerta, bueno, más bien alguien, era un joven más o menos de mi edad, algunos 27 años, su barba cerrada lo hacía ver un poco más viejo, pero sus expresiones faciales no.
-Espere un poco –Dijo mientras se adentraba al frio aparato.
Yo no dije nada, ya tenía suficiente con mi problema, de todas formas, seguro iría al mismo piso que yo, así que no le di mucha importancia. Y si, no me equivoque, el no presiono ningún otro botón, lo que indicaba que también iba de salida. El elevador había cerrado sus puertas, a los pocos segundos comenzó a moverse, todo tranquilo, mi enojo se estaba bajando un poco, pensaba en que si tenía suerte podría vender el reloj a un poco más de la mitad de lo que me había costado. Me considero una persona un poco curiosa, así que de vez en cuando miraba al sujeto que había entrado hace unos instantes, vestía un poco formal, un traje color negro, y un maletín, nada nuevo, un típico sujeto de oficina.
Ya parecía que pudiéramos bajar, el aparato se había detenido, pero la puerta aun no habría, era normal que tardara un poco en abrir, pero de repente se sintió como si el suelo temblara, bueno, no el suelo, el piso de ese monstruo. Para después escuchar un fuerte ruido que hizo que todo se quedara estático, incluyendo a ese sujeto de corbata y a mí.
-¡Mierda! ¿Y ahora que le sucede a este cosa? –Exclame, la gota que derramo el vaso. –Pude notar que el sujeto me miraba, el también algo preocupado, buscando algo entre los número que seleccionaban el piso a donde querías ir.
-¿Qué elevador es este? –Me pregunto.
-Es el 14-A ¿Pasa algo? –Regrese la pregunta. –El hombro cambio su aspecto de tranquilo a preocupado, y de ahí lo supe, algo no andaba nada bien.
-Este elevador tiene que estar clausurado, no sirve –Dijo mirando hacia el suelo.
-¡¿Qué?! –Levante la voz -¿Cómo que clausurado? ¡Pero si en la entrada no había ni una cinta o una advertencia por lo menos, como es que no sirve y no tienen una maldita cinta!
Estaba que echaba humo, el sujeto no dijo nada, solo se quedó callado mientras llevaba sus manos a la cabeza, se miraba preocupado pero trataba de mantener la calma. Mire que saco su celular, pero su cara no mejoro, es más, parecía de más angustia.
-¿Usted no tiene señal? –Me dijo, saque mi celular, estaba completamente muerto, sin nada de carga, ni siquiera me había percatado de eso. Negué con la cabeza. Mire a las orillas de este, buscando por lo menos alguna cámara que pudiese estar activa, pero no, ninguna, solo había espejos, que reflejaban las ganas que tenia de salir de allí.
-¿Qué horas tienes? –Le pregunte al sujeto.
-Pues son las 9 y 15 de la noche, para nuestra suerte, ya está todo cerrado, pero no se preocupe, mañana a las 6 quedaron de venir a arreglar esto –Comento. Era mucho tiempo, casi 8 horas atrapados allí, no podría soportarlo, tendría que mantener la calma y no ponerme nervioso.
No podíamos hacer nada, más que esperar, así que lo único que se me vino a la mente en ese momento fue sentarme, el cubo estaba frio, tan solo pasar la punta de tus dedos por esos espejos podían hacerte sentir escalofrió. Me quede unos minutos sentados, y después de un rato él también se sentó justo al frente de mí, colocando su maletín a un lado.
-¿Y qué haces por acá? –Me pregunto.
-Mira que vine a poner una queja por este reloj, y a exigir la garantía, y me acaban de confirmar que no es posible regresarme mi dinero, pero bueno, por lo que veo tú trabajas aquí.
-Sí, trabajo aquí, en la sección de dudas y sugerencias, pero se me hizo un poco tarde, ya sabes, arreglando unas cuentas cosas, respondiendo uno que otro mail.
-¿Cómo le haces? –Parecía muy calmado y eso me inquietaba un poco, me miro como extrañado, sin entender la pregunta –Bueno, ¿Cómo le haces para mantener la calma? –Le pregunte de nuevo.
-Pues ya está pasando, no hay forma de regresar y no subirme al elevador, solo me queda esperar algo. –Su mirada era serena, me impresiono. –Mi nombre es Jorge –Dijo mientras extendía su mano.
-Mi nombre es José –Dije mientras respondía a su saludo estrechando su mano.
Se miraba que era buena persona, así que no dude nada en entablar una conversación, sería más fácil, y el tiempo pasaría más rápido. Así que empezamos, nada fuera de lo común, había empezado a trabajar en esa empresa como hace unos años, aproximadamente unos 3 para ser exactos, y pues de mí, trabajo arreglando autos y esas cosas, nada importante, pero que si me deja buenas ganancias.
-¿Te gusta tu trabajo? –Le pregunte
-Pues sí, aunque a veces me frustra estar todo el día encerrado en una oficina, me gustaría poder tomar aire fresco, casi siempre salgo tarde.
-En el taller mecánico el olor a grasa se mete hasta por los oídos, es muy raro cuando no ando con dolor de cabeza. –Sonreí.
Generalmente yo soy una persona de pocas palabras, así como en el trabajo, solo hablar con los clientes, una que otra ayuda que necesiten, precios, y ya, no me interesa para nada establecer una conversación, así como en la calle, si me considero una persona buen onda con los amigos, pero últimamente no he podido siquiera salir, y eso me tiene muy frustrado. Descargaba toda la energía que me quedaba en el gimnasio, a eso debo mi cuerpo, que no está marcado, pero si fibroso. Soy alto, de piel blanca, pero algo quemada, y mis ojos color gris, digamos que alguien común y corriente.
Su forma de hablar era muy suelta, con educación y con amabilidad, un mundo totalmente distinto al mío, se miraba a leguas que era una persona humilde y honesta. Me gustaba su color de ojos, era obscuro, hacia una buena combinación con su cabello, también del mismo color, de complexión rolliza, y piel blanca. Para ser una persona de oficina era interesante hablar con él, intercambiamos una que otra anécdota de trabajo, y entre cuento y cuento se fue haciendo tarde, hasta el punto de bostezar a cada rato.
-Creo que ya hace algo de sueño José –Me dijo.
-Sí, ¿me puedes decir la hora?
-Sí, son las 11 y 30 de la noche, vaya que si hemos tardado hablando mucho –Comento.
-Sí, pero creo que debemos descansar, así respiramos con más calma y el aire no se acaba más rápido –Dije en tono burlón.
-Tienes razón, estoy que me caigo de sueño –Respondió. Quedamos en un silencio, solo se escuchaba a lo lejos el ruido del ventilador que hacia funcionar la calefacción del enorme edificio. Quién lo diría, mi enorme miedo a los elevadores se pasó de por lado esa noche, y tuve una buena compañía, aquel sujeto, bueno Jorge, que mientras yo me quedaba dormido el movía unas cosas en su celular.
No soy de las personas que duermen al poco rato, siempre tardo en dormirme por completo, me puedo quedar dormido por 10 minutos y luego despierto, y así pasa hasta casi una hora, cuando ya me puedo quedar completamente dormido, y esta no fue la excepción. Mi último recuerdo fue como Jorge usaba su celular, parecía escribir algo, pero no le di demasiada importancia. Me quede sentado, mi espalda estaba recargada sobre el cristal, y ya cabeceaba de sueño, en uno de esos cabeceos, donde mi cabeza cae sobre mis hombros, reacciono, y tardo un poco en recordar que me encuentro en ese maldito elevador, hacia un frio de los mil demonios, seria por el frio metal del suelo.
Allí estaba el, acostado en el suelo, dándome la espalda y con su cabeza apoyada en el maletín, parecía que dormía, pues en el reflejo del espejo se le podía ver con sus ojos cerrados. Parecía que tenía frio, pues estaba en posición fetal, y sus brazos se movían un poco.
No pude ignorar su pantalón, ese pantalón de vestir color azul marino que remarcaba más que un buen culo, grande y redondo, aprovechando que él no se daba cuenta lo contemple, la posición en la que se encontraba me hacía poder verlo muy bien, desde su entrepierna hasta su espalda, ese Jorge se cargaba un buen culo. Era  gordo y parecía duro, que me pasaba, ni que fuera mujer para verlo de esa manera, era un hombre, con verga, igual que yo, así que era mejor que dejara de pensar tonterías. Sus brazos no dejaban de temblar, así que opte por despertarlo.
-Jorge, shh, Jorge –Estas muriendo de frio, levántate de ese piso, y mejor siéntate, que el pantalón te protegerá las piernas –Le movía el hombro, pero este no respondía. –Jorge, shhh, levántate, que mira como estas temblando.
-Mmmmm… -Fue lo único que respondió. Moviendo un poco sus piernas, desplazándolas un poco y quedando un poco abierto. Mi tentación me gano, así que esta vez, al hablarle, no le toque el hombro, sino una de sus nalgas, por encima del pantalón era muy suave, y como no respondía a mi llamado, decidí moverlo con mi mano extendida, pidiendo así acaparar más espacio, y tocar más.
-¿Qué pasa…? –Dijo este mientras bostezaba
-No pues nada, es que te has quedado dormido en el suelo, y tus brazos estaban temblando, puedes enfermar.
-No te preocupes, estoy acostumbrado a estar en climas fríos, además, no es tan malo como parece, por lo menos se mira que estoy más cómodo yo que tú, o dime ¿no te duele la nuca? –Dijo
-Pues sí, es muy incómodo, pero este metal es muy frio.
-Duerme, un poco, el ascensor es lo suficientemente grande para que te acuestes tú también, te prestaría mi maletín, pero me quedaría sin nada en la cabeza, y así sí, no puedo dormir. -Lo ignore, mientras el volvía a dormir, dándome la espalda de nuevo mientras yo contemplaba sus deliciosas nalgas.
Pasaron alrededor de 15 minutos, tenía razón, mi cuello comenzaba a doler, necesitaba recargarlo en algo, o descansarlo, como él dijo, le hare caso, no hay de otra, y el morbo de estar cerca de esos glúteos me la ponía dura. Así que me pare, necesitaba desentumirme un poco, y cuando lo hice, me acosté a su lado, no tan cerca, no eran tan frio, mi ropa me cubría, así que pronto me acostumbre. No podía conciliar el sueño, el techo era todo color gris, reflejándome de una manera distorsionada y difuminada.
Voltee para poder verlo, aún seguía dándome la espalda, y con ese culo respingón que me hacía querer darle una nalgada, “¡Mierda!” pensé “Deja de pensar tonterías y ya duérmete, no seas maricón”, pero eso era más fuerte que yo, tenía más de un año sin novia, y el trabajo me tenía más que ocupado, no voy a negar que me he fijado en alguno que otro culo de algún hombre, en un gimnasio la mayoría eran bien mantenidos y ejercitados, pero este tenía algo diferente, algo que me estaba volviendo loco.
En un impulso, pase mi pierna alrededor de sus glúteos, juntándolas con las suyas, mientras mi pene quedaba junto en la entrada de su culito, que aún estaba debajo de ese ajustado pantalón de vestir. Estaba completamente frio, pero no por el clima, sino porque no sabía que estaba haciendo, y por otro lado, mi pene estaba a punto de estallar, estallar sobre sus deliciosas nalgas.
Lentamente comencé a hacer un moviendo circular, moviendo mi verga suavemente, me hacia uno cosquilleo más que delicioso, su culito era delicioso, era una combinación entre blandes y dureza que me encanta sentir. A los pocos segundos de hacer este movimiento pude sentir como él estaba reaccionando, pude ver en el reflejo como sus ojos ya no estaban cerrados, estaba despierto ahora, y me miraba fijamente, no supe cuando tiempo estuvo así, pero al percatarme de eso me retire un poco, dejando caer una fuerte nalgada en su culo. Su gesto de dolor me excito hasta más no poder, y el hecho que no dijera nada me ponía a mil, tome su glúteo y lo presione con mi mano, haciendo un masaje, que rico se sentía.
Mi verga ya casi salía por si sola del pantalón, así que lo primero que hice fue tomar su mano, y llevarla hasta ella, sobándola un poco y haciendo que la tocara con sus dedos, el muy obediente se volteo, y comenzó a acariciar. Lo único que hice fue ponerme de pie, el solo quedo hincado frente a mí, mirándome con ese color de ojos penetrante, pase mi mano por su cabellera negra, haciéndole saber lo que quería que hiciera en ese momento, quería que me tomara, sentir la humedad de su boquita subiendo y bajando por mi verga.
Talló su cara contra mi pene, que aún estaba dentro del pantalón, enloqueciéndome así de placer, y con la comisura de sus labios repasaba lo que se marcaba en mi pantalón, sabía lo que le esperaba en ese momento, solo era cuestión que esperara un poco.
Con un movimiento ágil desabotono mi pantalón y bajo el cierre, todavía no sacaba aquel pedazo de carne palpitante que medía 21 centímetros. Su delicada nariz la perdió entre mis vellos púbicos, oliéndome, dejándole en todo su ser ese penetrante olor. Mientras hacía eso dejo que sus manos bajaran mi pantalón, de una forma brusca, haciendo que mi verga saliera a golpe y chocara con su barbilla, haciéndome algunas cosquillas.
Con sus grandes y suaves manos fue que tomo mi verga, que estaba en su punto, con el glande ya rojo y brotando pre seminal, de nuevo me miro, buscando una aprobación a lo que quería hacer, yo solo afirme con la cabeza, a lo que el solo se dejó llevar, introduciendo mi capullo en su boca, recuerdo que sus labios eran tiernos, y cálidos, muy cálidos, de tan solo sentir mi glande allí me excito de nuevo. Su lengua jugaba con el, mientras sus labios lo cubrían, era exquisito, haciéndome soltar quejidos de placer, donde ambos aprovechábamos al máximo la situación. Podía sentir como la punta de su lengua jugaba con la entraba de mi glande, y sus labios estaba desplazándose lentamente por mi tallo.
El calor bajaba desde la punta de mi glande hasta la base de mi verga, algo increíble, que me daba escalofríos, pero como me encantaba, nunca en mi vida había recibido una mamada así de placentera. Abrí mis piernas un poco, dejando que él se acomodara mejor, sus manos pasaban por sus testículos, la punta de sus dedos rodeaban mis bolas, y sin pensarlo, y por impulso, le estaba follando su boquita de ángel, mirarlo desde ese Angulo fue lo mejor, poder observar cómo se ahogaba con mi verga y no parar por nada, al punto de hacer que sus ojos lagrimaran, pero sin poner ninguna oposición de su parte, solo dejar que mi hombría invadiera su garganta. Me tomo de las piernas, y me empujo a su boca, no conté el tiempo en el que mi verga estuvo en su ser, hasta que el mismo se alejó para tomar un poco de aire, y toser. Era un maestro cuando de mamadas se trataba.
Deje caer una leve bofetada en su mejilla, de nuevo indicando que estaba haciendo un trabajo más que bien, a lo cual solo soltó una sonrisa, sentí unas ganas irresistibles de besarlo, así que lo tome de los hombros, lo puse contra la pared de espaldas hacia a mí, y me peque a él, moviendo de nuevo mi verga en su culito por encima del pantalón, y sin pensarlo más de una vez le plante un beso, haciendo que su cuello se girara un poco, esto sin dejar de ejercer presión en sus glúteos.
Podía sentir como su boca invadía la mía, el hacía unos movimientos de entre y sale de con su culito, mientras que su lengua inspeccionaba cada rincón de mi boca. Lo tome de los cabellos, solo un poco brusco para imponer poder sobre él, le deje caer otra nalgada con mi mano y de un tirón saque su cinturón, pegándome de nuevo, marcando el territorio con mi verga, desabotone su pantalón, en ese momento él tenía sus dos manos en el vidrio, y su culito bien parado. Desabotone su camisa sin dejar de hacer presión entre sus nalgas, besando su cuello, esa escena jamás podrá ser borrada de mi mente, cada espejo que nos rodeaba se había empañado, debido al calor que estábamos emanando, sus suspiros eran música para mis oídos y sus leves quejidos me ponían como animal.
Me retire un poco, jalando su pantalón fuertemente hacia abajo, por fin, podía verlo, era blanco, y lleve mis manos separando sus nalgas, dejándome ver su entrada, parecía cerradita, sin dejar de mover mis manos, acariciando esas hermosas nalgas, eran suaves, no sabía qué hacía, solo me deje llevar, me hinque tras él, mis manos separaron sus nalgas, su ano era rosadito, se miraba delicioso, pensé que tendría que hacer lo mismo que a una mujer, así que di un fuerte lametón justo en el centro, haciéndole gemir de placer, seguí, lamiendo y besando su entrada, sus nalgas, y de vez en cuando dejaba caer una que otra nalgada sobre él, cuando vi que su culo se contraía comencé a introducir un dedo, el cual fue aceptado perfectamente en su interior, resbala muy bien, y solo podía escucharlo suspirar, haciendo que los cristales se empañaran aún más. Me encantaba jugar con ese orificio, acogía a mis dedos muy bien, dos dedos cabían perfecto, podía sentir como invadía sus paredes, jugando con ella, raspando y dándole placer por montones.
Saque de su ano mis dedos, para ponerme de pie y empezar a subir por su espalda, dándole besos hasta llegar a su nuca, su culo se movía desesperadamente, indicándome que ya quería su medicina, así que solo obedecí, el abrió sus piernas, y sus propias manos se separó las nalgas para darme paso, desde ese punto podía ver como tu culo se tragaba mi capullo, escuche como su boca emitía un tipo que quejido, pero no le di mucha importancia, y comencé a invadirle más profundo.
Su ano estaba un poco cerrado, pero se abría para dar paso a mi herramienta, que estaba caliente como el hierro, la tenía toda dentro de él, me quede así por un momento, así que solo bese su cuello, su oreja, y para finalizar plante un beso en su boca, distrayéndolo un poco, jugando con nuestras lenguas, mientras más abajo el ruido de mete y saca se había hecho más que evidente, Jorge quería gemir de placer, pero no lo deje, no deje que se separa de mi boca, interrumpiendo cualquier cosa que pudiera salir de su boca, a pensar del frio, ambos comenzábamos a sudar.
Separe mi boca de la suya, y me dedique a bombardear ese culo que quería solo para mí, mirar como entraba y después era comido completamente por ese hambriento ano me hacía darle con más ganas.
-S-sigue… N-no te detengas –Susurraba.
-¿¡Quieres más verga!? –Le grite, quería que me lo hiciera saber y me lo dejara claro.
-Si –Me respondió difícilmente, seria por las embestidas que su orificio estaba recibiendo en ese momento. Lo único que pude hacer fue reír, lleve mis manos hasta sus tetillas, jugando con ellas, me encantaba su cuerpo, mis manos solo masajeaban cada parte de sus tetillas, de su pecho, y de su abdomen.
Lo tome de los hombros, y le saque la verga de su culo, pude notar un enorme vacío cuando la saque, lo había dejado más que abierto en ese instante, quería hacerlo sentir más cómodo, así que lo que hice fue sentarme, recargando mi espalda en el cristal invitándole a que se sentara en mi pedazo de carne, el cual estaba más que tiesa, tímidamente se fue acercando, y sentir como mi verga es comida por ese culito me hizo erizar por completo, su cara de gusto y placer me hicieron sentir en el cielo.
Él se arrodillo entre mis piernas, abriendo más su ano y haciendo que mi verga se deslizara con más facilidad, lentamente, fue haciendo un movimiento circular que me encanta y que me hacía quererme correr en ese mismo instante, pero me aguante, quería seguir disfrutando, después de sentir ese sensacional placer mi espalda fue resbalando debido al sudor e hizo que callera al suelo, Jorge solo acerco todo su cuerpo al mío, mientras yo bombeaba su culo, sus quejidos en mi oído eran majestuosos, y sentir su verga caliente en mi abdomen fue aun mejor.
Podía escucharlo suspirar en mis oídos, como sus suaves brazos se abrazaban a mi cuerpo y como su sudor resbalaba por todo mí ser, yo le mordía sus hombros y penetraba lo más que podía, perdiéndonos en lo cálido del lugar. Su cara de niño bueno me encantaba, el placer que sus gestos me transmitían era tranquilizador y al verlo cabalgar en mi verga me hizo sentir que ese momento era único. Mi boca resbalaba por la suya, mi aliento y el de él se unieron y al final un beso que hizo que yo sintiera como toda se leche caliente resbalara por mi abdomen, resbalando por los bordes de este, y mezclándose con nuestro sudor, haciendo que nuestras narices recibieran ese penetrante aroma a lujuria, a placer. Sintiendo las contracciones de su ano recayendo en mi verga.
Lo que provoco esto es que mis embestidas aumentaran, estaba a punto de correrme en su ano, y él lo hizo posible, introdujo mi pene hasta los rincones más profundos de su culo e hizo que me corriera enseguida, no fue uno, si no cuatro chorros de leche que se desbordaron por las paredes de su ano y resbalaron hasta la salida de su orificio, el cual había dejado rojo por completo, y boqueando cuando saque mi pene.
-Oww… Eso fue increíble –Dije a su oído
-Acabo de tener la mejor sensación en mi vida, fue totalmente placentero –Me dijo casi susurrando.
Nos quedamos así por un buen rato, ambos ignorábamos la hora que pudo ser en ese entonces, no sé qué me paso, pero él se quedó encima mío, mientras yo lo abrazaba y lo miraba por el espejo, se miraba completamente cansado y eso me daba por cumplido, lo había disfrutado tanto como yo, y sinceramente, nunca me importo como estuviera la persona con quien acababa de tener sexo, pero por alguna estúpida razón lleve mi mano a su cabeza y sobe tu cabello, en mi vientre, puede notar como ya su erección estaba bajando al igual que la mía, y supongo que nos quedamos dormidos, porque es lo único que recuerdo de ese momento.
…………………………………
Escuche que algo sonaba, el sonido se hacía cada vez más fuerte, y lastimaba mis oídos, abrí mis ojos, Jorge estaba completamente desnudo a mi lado, nuestras piernas estaban entrelazadas, note que el sonido venia de su chaleco, así que revise, el sonido lo provocaba su celular, y era una alarma, eran las 5:30 de la mañana, recordé que Jorge había dicho que tenían que arreglar el elevador a las 6, solo faltaba media hora, era momento de levantarnos, y arreglarnos para poder salir de lo que ahora había sido nuestro nidito de amor.
-Jorge, debes levarte, ya no tardan en llegar para que arreglen esta cosa –Moví sus hombros. Se movió un poco, y no me hizo mucho caso, así que pellizque una de sus jugosas tetillas.
-¡Oye! –Dijo levantando la voz.
-Ya casi son las 6 de la mañana y recuerda que tienen que venir a arreglar esta máquina del demonio, así que es mejor que te arregles.
Se levantó lo más rápido que pudo, el semen aún seguía fresco, y cuando me puse de pie puse sentirme totalmente pegajoso, no le di mucha importancia y me cambie lo más rápido que pude, al igual que Jorge, nadie dijo nada, solo miradas curiosas uno al otro, lo cual me hacían sentirme a gusto, y en paz conmigo mismo, era un joven muy lindo, un poco sumiso, pero muy lindo, no podré olvidar eso, que al ser mi primera vez con un hombre, y obviamente él ya tenía más experiencia que yo. Cuando terminamos más o menos de dejar todo como estaba, aunque los vidrios aún estaban empañados, nos miramos, un corto momento. Mire que saco algo de su maletín, era un papel con un lapicero, donde estaba apuntando no sé qué cosa.
-Mira, este es mi número –Dijo extendiendo su mano –Ya sabes, por si algún día tienes alguna duda o quieres un guía o alguna sugerencia, bueno, no dudes en llamarme.
-Ah, mira, si, está bien, me gustaría volver a hablar contigo, para eso, eso de las dudas, si eso. –Dije riendo.
Le di mi número, supongo que no había nada fuera de lo común, aunque ya ambos supiéramos para que podríamos sacarle provecho, Jorge parecía algo apenado, y eso me daba unas ganas de besarlo de nuevo, pero esto se vio interrumpido cuando de repente la puerta del elevador se abre, eran dos hombres, llevaban un uniforme, supongo que eran quieres iban a reparar el daño que tenía el elevador y de paso lo empañado de los vidrios.
Caminamos juntos hasta la salida del edificio, riendo, diciendo cosas estúpidas, pero alegres, los dos parecíamos que nos hubiéramos sacado la lotería, bueno, no para tanto, pero su blanca sonrisa me hacía quererlo comer a besos. Él se fue a buscar su automóvil, ofreciéndome un aventón, en un principio acepte pero solamente para acompañarlo donde estaba su coche y darle un beso de despedida. Así fue, era muy temprano en la mañana, aún no había casi nadie en el estacionamiento, así que mientras habría su coche, le robe un pequeño beso en los labios, él lo recibió muy bien, es más, duro alrededor de 10 segundos, un poco corto, pero lo suficiente como para poder recordarlo por mucho más tiempo.
Lo último que recuerdo de esa mañana es que nos despedimos, y que fue una de las mejores noches que había pasado en muchos años.
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